desafías los años
y tu tronco agrietado y añejo,
enhiesto y bondadoso
sigue dando vida en derredor.
Mujer vestida de plenitud
tu frágil nombre
bálsamo para el dolor de tus hijos
trémolo y vibrante en los días de gloria
aún resuena cálido si la tristeza toca la puerta
aún es motivo de fe en el futuro
aún es paño de lágrimas
cuando mitigar quieren sus desgracias
Cada palabra tuya es historia revivida
tu verbo hecho caricia
acompaña a cada gesto
de madre, amiga, consejera.
Tu rostro refleja la tierra bendita
y los surcos de tu cuerpo las preocupaciones sembradas
reverdecidas cada año
nutrientes de felicidad.
Fuiste sutil planta junto al viejo roble
compañera fiel, amante ideal,
esposa amorosa, madre sin igual.
Tu palabra siempre fértil
hacía coro en torno a la lumbre
y a veces con la suavidad de pétalos,
otras con la dureza del tallo
en las mañanas, las tardes, las noches;
diste sombra a los brotes crecidos junto a ti
y el derrotero del hogar
que hoy se congrega
sigue creciendo.
lleno de tu infinito amor.
Tú nunca dejarás de existir
¿Sabes por qué?
Porque tu figura está en cada uno de nuestros poros
porque tu mirada es nuestra pupila
porque tu sonrisa suavizará lo difícil
porque tus pasos nos señalarán el camino
porque toda tú serás una real leyenda
porque cuando la vera del camino
esté sembrada de rosas, allí estarás
madre, amiga, consejera
carhuare
